A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.
Este no fue el caso de Antonio Miguel Chover Sánchez, Comandante de Caballería con grado de Teniente Coronel. Para hablar de él debemos mirar atrás hasta llegar a la batalla de Talavera, en el año 1809, en las inmediaciones de Talavera de la Reina donde España se enfrentó a los franceses.
A lo largo del 1809 participó en varios combates previos a aquel que lo llevo a vivir la hazaña por la cual se le conoce. Concretamente, el 26 de Julio de 1809, cerca del frente de Talavera, Antonio Chover dió muerte a un oficial francés, edecán del general en jefe, aunque eso no supuso el fin de sus inconvenientes, aún después de haber sufrido un sablazo y perder su oreja.
El oficial Francés se encontraba acompañado, de varios oficiales del Estado Mayor del Mariscal Claude-Victor Perrin, por lo que esto provocaba una gran complejidad pues le rodeaba un gran grupo de soldados contra los que no tendría oportunidad alguna. En un trance, Claude Perrin desoyó las exigencia de prisionero que solicitaba Antonio Chover y mandó a que llevaran a cabo su ejecución, siendo apuñalado y acuchillado por todas y cada una de las partes del cuerpo, dándolo por muerto.
Según su hoja de servicio, permaneció varios días entre los muertos en una cuneta, y tras poder reunir unas milésimas aunque valiosas fuerzas emprendió su marcha hasta Cebolla, pueblo toledano que se encontraba bajo el poder de los franceses. Allí, junto con un Sargento del Regimiento de Dragones de Lusitania buscaron auxilio, a lo que tras una dura noche y la marcha de los franceses los habitantes cuidaron y custodiaron a Antonio Chover, el cual se encontraba con múltiples heridas no bien sanadas y cicatrizadas a lo largo de la espalda, estómago e incluso la cabeza.
Tras una larga estancia, y con las heridas cerradas, emprendió su marcha a través de las montañas y sendas hasta llegar a Sevilla, donde se presentaría al Marques de Palacios, quien le mandaría volver con su regimiento.
Para sorpresa de quienes le atendieron, llegó vivo, pudiendo sanarle 19 de las 21 heridas con las que llegó. Posteriormente, el 27 de Octubre de 1810, se le concedió el grado de Teniente, y en Agosto del 1811 pasaría a ser agregado, a causa de sus padecimientos, a la caja de inválidos de Játiva.
Pudo descansar en su totalidad el 2 de Mayo de 1858, con el grado de teniente coronel.
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